EL EFECTO EXPECTADOR

En este blog, como de costumbre, vamos a explicar una conducta concreta propia del ser humano. Pero en este caso, no se trata de un experimento social, sino de un estudio que surgió a partir de un caso real de asesinato.

El caso es que en la ciudad de Nueva York, en una zona residencial de la ciudad en el barrio de Queens, apuñalaron a una joven en plena calle el día 13 de marzo de 1964. La joven se llamaba Kitty Genovese y trabajaba en un bar. Entre las 3 y las 4 de la madrugada se produjeron los hechos, cuando la chica volvía a su casa después de su jornada laboral. En el trayecto desde su coche a su casa se dió cuenta de que un hombre la estaba persiguiendo y en el momento en que se acercó a ella para atacarla, la joven chilló pidiendo ayuda, de forma que una gran cantidad de vecinos se asomaron a sus ventanas. 
La chica murió y el caso se hizo público pero no recibió una atención especial ni por parte de los medio ni por la de los ciudadanos, ya que no se trata de un hecho excesivamente extraordinario. 

Kitty Genovese o la apatía

El dato curioso que se extrajo de este caso es que habiendo 38 testigos de lo que había sucedido, ninguno de ellos actuó o intervino para ayudar a la víctima. De hecho de las 38 personas que estaban viendo la escena, únicamente una de ellas se decidió a llamar a la policía para avisar de lo que estaba pasando, y la persona que llamó lo hizo cuando el asesino ya había huido y la joven ya había muerto.

Los expertos explicaron este extraño hecho a través de un fenómeno llamado “efecto espectador”. Es un término utilizado por la psicología social que hace referencia a los casos en que las personas que presencian un crimen no ayudan a la víctima en cuestión ni a ninguna de las otras personas presentes.

La teoría dice que cuantas más personas haya en el momento en que se produce el crimen menores son las posibilidades de que el individuo haga su intervención, mientras que las posibilidades de que lo haga aumentan en caso de que la persona se encuentre sola frente a la situación de riesgo que está sufriendo la otra persona.

Sin inmutarse ante el asesinato del vecino | Blog Seres Urbanos ...

Cuando una persona presencia un crimen se produce dentro de ella un conflicto. Por un lado, la moral le hace pensar que tiene que intervenir ayudando a la persona que lo está sufriendo, pero simultáneamente nacen en la persona miedos racionales e irracionales sobre las consecuencias que podría tener para sí misma involucrarse en el crimen que está presenciando. 

Contra más personas estén viendo ese crimen, más importancia dará la persona a ese miedo por las consecuencias y por lo tanto, no participará para ayudar a la víctima. Al ver que hay más gente que está viendo lo que sucede, tenderá a pensar que el resto actuarán de forma moral y ayudarán a la víctima. Ese pensamiento surge de forma irracional ya que realmente no sabes como van a actuar el resto de los presentes.
En cambio, si una sola persona está siendo testigo de un crimen, es más difícil que esa persona opte por no actuar, ya que la ayuda únicamente puede venir de si mismo entonces la responsabilidad moral crece. La persona se da cuenta de que si no ayuda nadie más lo hará. 

Sabes qué es el efecto espectador? (I) - PrevenBlog

Por lo tanto podemos afirmar que cuando muchas personas están observando un crimen la responsabilidad se diluye y se reparte entre todas ellas, por lo que la culpa que se siente después también se reparte. Por lo contrario, si eres la única persona que ve algo, toda la responsabilidad recae sobre tu persona al igual que recaerá la culpa en caso de que no actúes en consecuencia. 

Un gran factor que impulsa a las persona a no intervenir cuando más personas están involucradas es el pensamiento de que el resto pueden haber tomado ya cartas en el asunto lo que hace que no sea necesaria la propia intervención y sirve como una excusa que la persona crea en su cabeza para reducir la culpabilidad.

Un ejemplo más cotidiano de este fenómeno se puede observar en los colegios. El típico caso en que hay un niño o una niña que sufre acoso. Alguien de la clase se convierte en el blanco de las bromas e insultos de una persona de la clase o de un grupo. Lo más común es que el resto de la clase se una a las mofas o que se mantenga al margen de ellas, pero son pocos los niños que intervienen para frenar situaciones de este tipo.

En definitiva, la conclusión que pretendemos transmitiros es que contra más personas estén presenciando una situación de injusticia o crimen, menores son las posibilidades de que cada persona individual actúe para que esto cese. Podemos considerarlo como una conducta del ser humano un tanto cruel, pero es una tendencia irracional y generalizada.
Nos gustaría leer vuestras opiniones sobre ello o que compartamos situaciones personales en las que lo hemos presenciado.

Comentarios

  1. Lo había leído hace tiempo, pero ahora que reflexiono sobre ello entiendo mejor los mecanismos que se ponen en marcha. Ahora conocemos mejor estos circuitos o sistemas cerebrales humanos y cómo funcionan, "el sistema de amenaza y protección" y "el sistema de satisfacción, calma y seguridad" colisionan y nos dejan inmóviles.

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